martes, 22 de noviembre de 2011

Los imposibles también existen.

Una tarde de lluvia, como cualquier otra. Miro como las gotitas de agua en el cristal del coche, se deslizan con una gracia indescriptible, caen y desaparecen. En los 40 suena una canción que me resulta familiar, y sin un por qué aparente, sonrío de oreja a oreja, como pocas veces me habrán visto.
Solo yo puedo buscarle un significado tan especial a esta canción.
Sonrío, y por un momento, quiero hasta llorar de felicidad.
Sonrío mirando al frente, y vuelvo a mirar por la ventana. Llueve, poquito, y el momento es tan perfecto que la lluvia me parece tan hermosa...
Te echo de menos.